La trágica partida del carismático líder de Sabaneta
multiplicó en sus fieles seguidores el deseo de afianzar la revolución
bolivariana en Venezuela, arraigar el legado antiimperialista y cohesionar
todas las tendencias políticas en pro del desarrollo de la nación.
Quien no caminó entre la multitud caraqueña que se movilizó para despedir al presidente Chávez no puede aproximarse al sentimiento y fervor que mueve a sus partidarios entre el asfalto de la ciudad. Una mezcla de resignación, dolor y esperanza abrazó a los ciudadanos que creen en el socialismo del siglo XXI e inspiró sentimientos nunca antes vistos en los venezolanos: defensa a ultranza de los símbolos patrios y sintonía social para alcanzar objetivos.
Por otra parte, en el Paseo Los Próceres y las cercanías de la Academia Militar se desbordó un afecto común para despedir a "El Comandante" que sembró esperanzas en los más necesitados, llenó un espacio mental con su ideología socialista, consoló las carencias educativas de la población e instauró la disciplina comunitaria para sacar adelante proyectos comunes.
Todas esas personas que le rindieron homenaje a Chávez lo fueron a despedir como aquel padre que se encargó de la casa solo, crió a los hijos con sacrificio, les enseñó un oficio y les convirtió "en hombres y mujeres de bien". Esos lazos comunes entre todos los defensores del proyecto socialista se han reforzado en los últimos días, ya que toda "la marea roja" actúa como una familia que colabora y se complementa. Impresiona ver cómo ese apartado social que reeligió al Presidente se trata, consuela, apoya y se promete dejar la piel por el "Proyecto de país".
Lo más interesante del duelo nacional vivido en la capital venezolana fue la presencia de ciudadanos de Colombia, Ecuador, Argentina, Brasil y Chile que se mezclaron entre los venezolanos para intentar despedirse de un "líder único que dejó el corazón abierto a la unidad latinoamericana y que jamás será olvidado porque quiso y apoyó a cada país como si fuera suyo"-palabras de un joven caleño que viajó por tierra para despedirse de su héroe.
Precisamente "la construcción de la patria grande", inspirada en los ideales de la Gran Colombia dibujada por Simón Bolívar y Francisco de Miranda, constituye el legado cultural que Chávez deja en los pueblos suramericanos para usar el fervor regionalista como herramienta de encuentro y acción social en todas las clases sociales. Hoy más que nunca la figura del presidente venezolano se convertirá en un icono que aglutinará esfuerzos ideológicos de la izquierda suramericana además de exacerbar la tendencia antiimperialista
En Venezuela el adverso anuncio generó una reacción inesperada en la oposición al Gobierno, grupo político que cambió el tono del discurso, línea de expresión, sensación visual y acción social en sus dirigentes, ya que en vez de aprovechar la coyuntura para pujar por sus deseos particulares, se sumaron al duelo y ofrecieron su plataforma para trabajar en conjunto con los líderes del Estado.
Así, después de fallecido, Chávez logró otro punto en su hoja de vida: unir a Venezuela en una sola dirección.
Quien no caminó entre la multitud caraqueña que se movilizó para despedir al presidente Chávez no puede aproximarse al sentimiento y fervor que mueve a sus partidarios entre el asfalto de la ciudad. Una mezcla de resignación, dolor y esperanza abrazó a los ciudadanos que creen en el socialismo del siglo XXI e inspiró sentimientos nunca antes vistos en los venezolanos: defensa a ultranza de los símbolos patrios y sintonía social para alcanzar objetivos.
Por otra parte, en el Paseo Los Próceres y las cercanías de la Academia Militar se desbordó un afecto común para despedir a "El Comandante" que sembró esperanzas en los más necesitados, llenó un espacio mental con su ideología socialista, consoló las carencias educativas de la población e instauró la disciplina comunitaria para sacar adelante proyectos comunes.
Todas esas personas que le rindieron homenaje a Chávez lo fueron a despedir como aquel padre que se encargó de la casa solo, crió a los hijos con sacrificio, les enseñó un oficio y les convirtió "en hombres y mujeres de bien". Esos lazos comunes entre todos los defensores del proyecto socialista se han reforzado en los últimos días, ya que toda "la marea roja" actúa como una familia que colabora y se complementa. Impresiona ver cómo ese apartado social que reeligió al Presidente se trata, consuela, apoya y se promete dejar la piel por el "Proyecto de país".
Lo más interesante del duelo nacional vivido en la capital venezolana fue la presencia de ciudadanos de Colombia, Ecuador, Argentina, Brasil y Chile que se mezclaron entre los venezolanos para intentar despedirse de un "líder único que dejó el corazón abierto a la unidad latinoamericana y que jamás será olvidado porque quiso y apoyó a cada país como si fuera suyo"-palabras de un joven caleño que viajó por tierra para despedirse de su héroe.
Precisamente "la construcción de la patria grande", inspirada en los ideales de la Gran Colombia dibujada por Simón Bolívar y Francisco de Miranda, constituye el legado cultural que Chávez deja en los pueblos suramericanos para usar el fervor regionalista como herramienta de encuentro y acción social en todas las clases sociales. Hoy más que nunca la figura del presidente venezolano se convertirá en un icono que aglutinará esfuerzos ideológicos de la izquierda suramericana además de exacerbar la tendencia antiimperialista
En Venezuela el adverso anuncio generó una reacción inesperada en la oposición al Gobierno, grupo político que cambió el tono del discurso, línea de expresión, sensación visual y acción social en sus dirigentes, ya que en vez de aprovechar la coyuntura para pujar por sus deseos particulares, se sumaron al duelo y ofrecieron su plataforma para trabajar en conjunto con los líderes del Estado.
Así, después de fallecido, Chávez logró otro punto en su hoja de vida: unir a Venezuela en una sola dirección.
Cortesía: Universal
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